LA TARDE
La tarde mágicamente suspendida,
las miradas se perdían a lo lejos.
En el reflejo del agua
nos vimos verdaderos.
Las hojas lloraban su eterno lamento,
evocando fantasmas.
Fue besarnos…
y olvidar lo que fuimos.
Un letargo de siesta pueblerina,
envolvió el momento.
Se escuchaban los zorzales,
y de pronto, las risas y los besos,
apuraron el regreso.
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